De viaje con el peque 

Siempre hemos mirado con algo de envidia, pero también sorpresa, a todas aquellas personas que logran seguir (más o menos) con su vida una vez que tienen hijos. Ahora que nuestro hijo es un poco más mayor, seguimos sin entender cómo se las arreglan los padres para viajar con sus bebés como si tal cosa. Suponemos que hay personas que tienen un gen especial para eso de la paternidad. Pero si no tienes un talento innato para algo, también lo puedes ir aprendiendo, que es lo que nos ha tocado a nosotros.

Los dos primeros años apenas hicimos viajes con el niño más allá de ir a ver a los abuelos. Pero ahora la cosa está cambiando un poco, sobre todo desde que el peque parece haberle cogido el gusto a eso de viajar. Le encanta conocer nuevos medios de transporte. Cuando en casa monta en autobús o metro, se pone como en trance. Pero ahora quiere más.

En nuestro último viaje tocó mar y allí nos fuimos con él que subió al barco ons. La verdad es que es una delicia ver cómo los niños se emocionan, como si montar en barco fuera ir a la Luna en nave espacial. Supongo que para ellos la experiencia es algo similar, sobre todo si nunca lo han hecho. De todas formas, nuestro hijo es a veces un poco contradictorio. De repente, puede decir que tiene miedo a algo y acto seguido estar riéndose como si no hubiera pasado nada.

Con lo del barco ons fue algo así. Llevábamos ya bastante tiempo hablando de que íbamos a montar en barco y él hacía todo tipo de preguntas. Le gusta informarse mucho y acumular datos sobre todo. Me hace preguntas tipo ¿por qué los barcos flotan? Esa clase de preguntas que resultan obvias… pero a ver cómo las respondes. 

Pero cuando llegamos a coger el barco, le entró un poco de reparo de última hora: vio el mar y cómo se movían los barcos y supongo que no lo vio tan claro. Pero una vez dentro ya se relajó y disfrutó de su primer viaje en barco que, sin duda, no será el último.