Lo dulce vale caro 

Se podría decir que cada vez tenemos más información sobre los alimentos, ¿pero sabemos lo que comemos? Eso es lo que se han propuesto las autoridades de control alimentario con directrices procedentes de la Unión Europea que tienen como objetivo concretar la información que llega al consumidor, especialmente en relación al etiquetado de los productos. No hace demasiado tiempo podías comprar una botella de leche en el supermercado envasada por una firma española sin saber que la leche había sido obtenida en otro país. Actualmente podemos saber hasta la región española en la que se ha producido la leche solo mirando la etiqueta.

Algo similar sucede con los yogures, un alimento siempre de moda cuyo consumo, no obstante, cayó algunos puntos al principio de esta década para mantenerse estable desde entonces. Con todo, con el inicio de la pandemia algunos estudios parecen demostrar que el consumo de yogur se ha vuelto a disparar, tal vez por el hecho de que la mayoría de españoles nos hemos visto obligados a permanecer mucho más tiempo en casa. 

¿Y podemos saber cuál es el mejor yogur desnatado tan solo mirando la etiqueta? Pues ayuda si sabemos cotejar la información. Uno de los aspectos decisivos a la hora de juzgar un buen yogur es la cantidad de azúcar añadida. Los expertos consideran que un buen yogur desnatado debe presentar el mínimo azúcar añadida. Por lo tanto, el mejor yogur desnatado debe ser el natural. 

¿Y el sabor? Podemos temer que si no se añade azúcar u otros aditivos el sabor de un yogur puede ser demasiado ‘natural’. Eso ya depende de los gustos de cada uno y de cómo su paladar esté de acostumbrado a lo dulce. Porque lo dulce suele salir caro, si hablamos de salud. Por ello, los expertos recomiendan que si somos aficionados al yogur probemos las versiones más naturales posibles de este alimento y que acostumbremos de nuevo el paladar a los sabores tradicionales.

De cualquier manera, hoy en día en el supermercado existen diversas variedades de yogur y es más fácil encontrar uno que nos guste. Pero no nos olvidemos de leer la composición del yogur para saber qué estamos comiendo realmente.